as mañanas son más frías, el sol es más tenue, las temperaturas son más cambiantes, las lluvias son más frecuentes… y todas esas variables influyen directamente en nuestro cabello y en nuestra piel. En verano necesitamos un extra de hidratación, un extra de protección y un extra de vitalidad para afrontar los efectos del sol en nuestro cuerpo, pero según se acerca el frio, nuestras rutinas tienen que adaptarse.